Una de las máximas aspiraciones de miles de alcoyanos va a hacerse realidad en estas próximas elecciones locales: la Colla Ecologista La Carrasca presenta su candidatura a la alcaldía de Alcoy.
Cansados de que se ponga en duda su arraigo y representatividad entre los ciudadanos y de que se les acuse de no haber sido elegidos democráticamente por la población como sus representantes legales, este grupo ecologista, admirado por todos, se ha decidido a dar un paso adelante que, sin duda, cambiará nuestra historia.
Sus perspectivas no pueden ser mejores: cada vez que han solicitado el apoyo de los alcoyanos a través de mesas petitorias de firmas en contra de cualquier proyecto del actual equipo de gobierno, la participación ha sido tan grande que incluso han recogido más firmas que ciudadanos viven en Alcoy y en las manifestaciones convocadas, han logrado que participase gente a la que ni siquiera habían llamado por teléfono para que acudiera.
Además, no hay que ser excesivamente observador para comprobar con alegría cómo se multiplican los apoyos a su causa a través de los comentarios de las noticias aparecidas en los periódicos digitales locales (de enorme audiencia), señal inequívoca de que la inmensa mayoría de la población está con ellos.
Para acabar de completar el ciclo virtuoso del que últimamente disfruta La Carrasca, la justicia se pone de su parte en algunos de los infinitos contenciosos abiertos contra las diferentes administraciones públicas (sólo las comandadas por la derecha, naturalmente), lo que, aparte de la publicidad gratuita que ello les proporciona entre los alcoyanos (se les ha llegado a catalogar como “héroes del pueblo” o “los cuatro gatos fantásticos”), les ofrece un auténtico balón de oxígeno en su depauperada caja, vacía desde que llegó el actual alcalde al poder y les cerró la fuente de las subvenciones indiscriminadas.
Si sus optimistas (pero realistas) previsiones se cumplen y salen elegidos, las históricas reivindicaciones de los alcoyanos de “pro” que siempre les han apoyado se podrán hacer realidad: de una vez por todas se desterrará el negocio del ladrillo de nuestra ciudad; no se edificarán más hoteles, ni urbanos ni en parajes naturales; no se concederán más licencias de apertura de centros comerciales, auténticos templos del consumismo; se limitarán los horarios comerciales a las horas diurnas, para evitar el consumo innecesario de electricidad; se paralizará cualquier iniciativa encaminada a la construcción de nuevos polígonos industriales y no se autorizará la construcción de fábricas que emitan cantidad alguna (por mínima que sea) del dañino CO2 a la atmósfera.
También se incluirá en las ordenanzas municipales la prohibición del juego del golf dentro del término municipal, multando la sola mención de este deporte de especuladores en cualquier medio de comunicación; los parkings públicos serán clausurados, destinando sus instalaciones al lucrativo negocio de la cría del champiñón y se retomarán las ideas ya expuestas en las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo, creando una comisión de estudio (una más) que valore la posibilidad de cerrar la recientemente construida autovía a su paso por nuestra ciudad, ya que se ha constatado (como ya previeron hace veinte años) un aumento de visitantes a nuestra comarca, hecho que pone en peligro la sostenibilidad de nuestro entorno natural. ¡Alcoi per als alcoians. No sou benvinguts! rezará el cartel informativo colocado en las entradas de nuestra ecológica ciudad.
Como previsiblemente se reducirán los empleos en Alcoy (sin fábricas, construcción, comercio o turismo), se fomentará el empleo público con la creación de nuevas agencias urbanas de servicios sociales, proliferarán los comités cívicos y se multiplicarán las ventanillas dedicadas a fomentar la participación ciudadana.
Asimismo se creará una nueva brigada de obras que se encargará, exclusivamente, de la demolición de obras ya existentes que no cumplan con los nuevos cánones de sostenibilidad propugnados por el equipo de gobierno elegido democráticamente entre los ciudadanos; se potenciará la creación de granjas de agricultura ecológica, así como de huertos urbanos que provean de alimentos a todos los alcoyanos con el fin de llegar a ser autosuficientes y evitar con ello los muy contaminantes transportes de alimentos por carretera. Ni siquiera se permitirá traer las famosas papas de Alberic o los tomates Raf de Mutxamel. Con lo que les gustaban a los “Carrasqueños”…
Previsiblemente, también se conseguirá rebajar la cifra de parados con la creación de embajadas culturales y medioambientales alcoyanas en las distintas ciudades de los “Països Catalans” y, aprovechando la coyuntura, se contratará a 50 parados de larga duración afines a La Colla para que borren de la faz de Alcoy cualquier atisbo del idioma castellano, rotulando calles, monumentos, edificios, comercios e instituciones, tanto públicas como privadas, al idioma valenciano. O mejor aun: si la mayoría conseguida en el Consistorio lo permite, directamente al catalán. ¡No hay tiempo que perder!
Su única preocupación reside en la posibilidad (los rumores son cada vez más insistentes) de que otros grupos ecologistas y vecinales locales (aunque muchos de sus componentes ya militen en La Carrasca) sigan el mismo camino y se presenten también a las elecciones, provocando una fatal dispersión del voto. Se habla del interés en concurrir a las elecciones de “Salvem el Molinar” y “Hotel fora del Parc Natural de la Font Roja”, así como de las de reciente creación “Volem bancals en Serelles”, “L´Estambrera no mos pega“, “L´Uxola es nostra” o “Xirillent per a sembrar blat“.
No les temblará la mano aplicando su estrategia: apelar al “voto útil”. Al fin y al cabo, si el PSOE logró hundir a IU en varias citas electorales con esta táctica, ¿por qué La Carrasca tiene que ser menos?
¡Que ganas tienen de acallar esas voces que, temerosas, les piden que no se presenten por miedo a que quede al descubierto el poco apoyo que tienen entre los alcoyanos!
Les votarán muchos, muchísimos alcoyanos. ¡Será histórico!