De ser ciertas las
afirmaciones contenidas en el artículo de opinión que Mauro Gómez publica en Aramultimedia (y no tenemos porque
dudar de ello) el Consistorio alcoyano está a punto de meterse de cabeza en la
que, seguramente, será una de la cuestiones más polémicas de la actual
legislatura. Y el motivo empieza a ser recurrente: el Club Deportivo Alcoyano
(al parecer, no tuvieron suficiente con al que armaron con la pantalla del Collaoel día del ascenso).
Como todos ustedes
ya conocen, el ascenso a segunda división del fútbol español lleva aparejado la
obligación de convertir al club en Sociedad Anónima Deportiva. El capital
social mínimo fijado por la Comisión Mixta para esa conversión es de 3.265.605
euros, 65.053 acciones de 50 euros cada una, ni más ni menos.
¿Cómo conseguir ese
dinero? No será sencillo. El Club ha establecido el calendario siguiente: el 20
de abril (mal día, justo antes de Fiestas) se iniciará la primera fase, de un
mes de duración, en la que los socios tendrán el privilegio de comprar un
máximo de 20 acciones por cabeza. En el más que probable caso de que no se
consiga cubrir el capital, se iniciará una segunda fase dirigida a los
compradores de la fase anterior pero con la diferencia de que ahora la cantidad
de acciones a comprar será libre. Si transcurrida esta fase (allá por el mes de
julio) aun no se hubiera completado la venta, se abrirá una tercera sin ningún
tipo de restricciones, es decir, cualquier persona o entidad, sea o no socia
del Club, podrá comprar tantas acciones como desee.
Haciendo un rápido
cálculo, si todos los socios actuales (unos 3.200-3.300) comprasen sus
pertinentes 20 acciones… asunto solucionado; el club sería de todos los socios
y no habría ningún accionista que poseyera un paquete mayoritario, por lo que
nadie podría imponer su voluntad al resto de accionistas. Desgraciadamente, no
creo que esto ocurra: 1.000 euros son muchos euros y las economías familiares
no están como para tirar cohetes.
¿Qué ha ocurrido con
la inmensa mayoría de los clubes españoles que han pasado a ser S.A.D.? Pues
que los socios han comprado una mínima parte del capital social y el resto lo
ha adquirido el millonario de turno (en ocasiones foráneo) para hacer y
deshacer a su antojo, publicitarse,
figurar, sentarse en el palco presidencial, endeudar al club hasta casi hacerlo
desaparecer y marcharse vendiendo sus acciones al mejor postor que, normalmente
y ante la falta de compradores, solía ser una caja de ahorros o un organismo
oficial.
Aquí en Alcoy, como
millonarios interesados hay pocos y las cajas de ahorros ya no están para estas
cosas (si es que todavía existen), nuestro flamante vice-alcalde, Rafa
Carbonell, apenas transcurrida una semana del anuncio (¿lo tendrían acordado
con anterioridad?), ha decidido acortar los plazos y pasar a la acción: quiere
comprar un paquete mayoritario de acciones para, según sus palabras,
salvaguardar la identidad del club y evitar que gente de “dudosa reputación” pueda
hacerse con las riendas del Alcoyano. Lo malo es que para conseguirlo no va a
utilizar su capital sino que va a comprar esas acciones con el dinero del
Ayuntamiento, o sea, el de todos los alcoyanos.
No le será fácil
conseguirlo ya que al ser el Ayuntamiento una institución pública, tan solo
puede comprar, en un principio, un máximo del 18% de las acciones. Por lo
tanto, deberá esperar al final del proceso para comprar el resto y alcanzar el
deseado 51% del capital social. En el caso de que se quede en el 18%, el
desembolso rondaría los 600.000 euros y si llegase al 51%, la broma nos
costaría a todos los alcoyanos 1.650.000 euros.
¿Conocen ustedes a
los palmeros del tripartito? ¿A esos que, hagan lo que hagan los presuntos
triplicados, lo justifican con comentarios furibundos en los periódicos
digitales alcoyanos? Pues ardo en deseos de ver como logran maquillar todo
esto.
Porque va a ser
complicado explicarle al resto de las entidades deportivas alcoyanas que ahora
se van a gastar un pico con el Alcoyano y que a ellos no les pueden pagar los
131.000 euros que les deben desde hace mucho tiempo; o a los proveedores del
Ayuntamiento, que el pago de su deuda de 6,2 millones de euros se va a retrasar
otra vez; o a los representantes de asociaciones culturales, que no hay dinero
para subvenciones ("Allò que no deixa, hi ha que
deixar-ho" les llegó a decir el concejal de fiestas en una reunión); o a
los usuarios de los transportes urbanos que los autobuses no pasarán cerca de
su casa para ahorrar, en el mejor de los casos, 300.000 euros: o a quienes
disfrutaban de los espectáculos del Calderón que ahora sólo podrán ver a Xavi
Castillo porque ya no se puede “derrochar” y se tiene que reducir el gasto en
cerca de 200.000 euros; o a los extrabajadores de la Fundación de Turismo que
el ahorro que ha provocado su despido se va a utilizar en la compra de acciones
de un club deportivo; o a los ciudadanos en general que los ahorros generados
con la eliminación del ecoparque móvil, de los turnos de limpieza viaria
vespertina, de la iluminación navideña o de los premios en la San Silvestre
alcoyana, se van a “invertir” en un club de fútbol. Complicado, sin duda.
Todos nos sentimos
orgullosos de tener a nuestro Deportivo en segunda división y afirmo, sin
ningún género de dudas, que la ciudad se beneficia, y mucho, de este hecho,
tanto en su vertiente económica como por el renombre que se alcanza, pero si se
hiciese una consulta popular (algo al parecer prohibido en nuestra democracia),
¿votarían los alcoyanos a favor de que Rafa Carbonell (y Francés y Agulló,
naturalmente) ejerza de mecenas con nuestro dinero? ¿Preferirían invertir en el
Alcoyano antes que salvaguardar la sanidad, la educación o cualquier otro
servicio público, ahora en peligro por esta maldita crisis?
¡Ah! Y por si alguno
de los lectores pone en duda mi amor por los colores blanquiazules, les diré
que desde antes de tener uso de razón, ya acudía al Collao (tuve la suerte de
verlo en segunda división) y que continúo siendo socio del club; que estoy
dispuesto a gastarme parte de mis ahorros (pocos, por desgracia) en la compra
de acciones; que uno de los días más felices de mi vida fue cuando logramos el
tan ansiado ascenso a la división de plata y que el mejor sueño que recuerdo es
aquel en el que nuestro Deportivo juega la final de la Champions League.
Pero una cosa es una cosa y otra cosa… es otra cosa, como diría el filósofo.
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