El populismo se ha instalado una vez más en la política
alcoyana. Como si fuesen vulgares comentaristas de las redes sociales, el
bipartito que nos gobierna se ha empeñado en querer pedir responsabilidades,
económicas y administrativas, a los anteriores gobernantes por los gastos que
sus (¿erróneas?) decisiones acarrearán a las maltrechas arcas municipales. Por
supuesto, siempre relacionado con el parking de La Rosaleda, ese filón
electoral que la izquierda alcoyana viene explotando desde hace una década. Al
parecer, no ha existido en la historia de esta ciudad ninguna otra “metedura de
pata” que merezca ser reseñada.
Desconocemos si al final presentarán querellas formales o si
simplemente se quedarán en vacuos anuncios publicitarios en los medios de
información locales. Al fin y al cabo, el objetivo electoral que se persigue
está más que cubierto si el “pueblo” se enzarza en discusiones bizantinas
acerca de este tema y provoca el deseado desgaste electoral en la oposición.
Tal y como reseñábamos antes, ¿sólo se ha causado perjuicio
a los alcoyanos en el, a todas luces necesario, parking de La Rosaleda? Por
supuesto que no. Y las noticias que están apareciendo estos días en los medios
de comunicación así lo demuestran. ¿Son sabedores de que el Ayuntamiento deberá
pagar 1.200.000 euros a un particular por una expropiación ilegal en la zona
del barranco del Benisaidó? ¿O de que se deberán abonar 200.000 euros para
regularizar la propiedad de la Placeta de Les Xiques y que los vecinos puedan disponer
de sus viviendas sociales como les plazca?
La primera de ellas data de un
contencioso iniciado en 1989 cuando se construyó la Vaguada y la segunda de los
primeros años de los 90 cuando el Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA)
edificó las citadas viviendas. ¿Adivinan quién nos gobernaba entonces? El
ilustre Don José Sanus. Y en la Delegación de Alcoy del IVVSA su querido amigo,
el también socialista, Jordi Salvat (por cierto, ¡cuánto tiempo sin saber de
él!).
El alcalde Sanus fue un personaje muy querido en su día por
la mayoría de los alcoyanos y aun hoy muchos le añoran. Quizá lo fuera porque
se le taparon muchos casos conflictivos como los que ahora están apareciendo.
Tampoco era tan difícil: no existía Internet y solo había dos medios de comunicación,
Radio Alcoy y el periódico Ciudad, siempre favorables a su gestión. Vamos con
algunos de esos “casos” que ya nos han costado un ojo de la cara:
- Plaza Miguel Hernández, remodelada a finales de los ochenta
por la empresa que casualmente construyó posteriormente La Vaguada. Se rehizo
en tres ocasiones porque al señor Alcalde, que vivía por aquel entonces en la
casa del “Garden”, no le acababa de gustar cómo quedaba. La empresa
constructora cobró las tres actuaciones, lógicamente.
- Muros y escalera del Polideportivo Francisco Laporta, diseñados
y empezados a construir hasta en cuatro ocasiones. ¿La razón? Al entonces
concejal de deportes, Paco Bustos, no le entraba por sus elitistas ojos. La
constructora cobró sobradamente estas indecisiones de nuestro edil inflando el
precio de la pista que se construyó, sin presupuesto previo, a la entrada del
Polideportivo.
- Aceras de la zona centro, realizadas en mármol de primera
calidad y abujardadas hasta quedar como vulgar hormigón a los pocos meses de ser
colocadas para evitar los numerosos resbalones de los viandantes. Quedó feo
pero costó un riñón, como mármol de lujo que era.
- Pies de las farolas “modelo Alcoy” ubicadas en todo el
centro histórico, realizadas con el mármol preferido por el señor alcalde, el
verde alga de una cantera gallega, aun a sabiendas de que la veta estaba
agotada y que no se podrían reponer en caso de futuras roturas. Transcurridos
unos pocos años ya no quedaban en pie ni la mitad. ¿Precio de cada pie de
mármol? 425.000 pesetas (unos 2.500 euros). Se instalaron cerca de 100.
- Centro de transferencia de basuras, promovido y construido
por Don José. Casi 20 años después de iniciado el proyecto, continúa cerrado y,
salvo que cambien la legislación, así continuará por los siglos de los siglos.
Su segundo de a bordo y concejal de Hacienda le abandonó por culpa de este
conflictivo proyecto.
- Sala Calatrava. A la segunda remodelación en apenas cinco
años de la Plaza de España, parece que fue la vencida. El célebre arquitecto
Santiago Calatrava accedió (cobrando una pasta, claro) a diseñar las entrañas
de nuestra querida “bandeja”. Pasada más de una década, continúa sin licencia de apertura por
tener una escalera como la cuesta del Gurugú (esperemos que no ocurra un
accidente de consideración en esta escalera porque tendríamos que pagar lo que
no tenemos) y no tener accesos para discapacitados. Desde su apertura nos ha costado
un riñón en reparaciones; a destacar la supresión de las luces en forma de
casco de los suelos, realizadas en hierro fundido, en las que más de uno se
dejó los tobillos y el sellado y posterior reposición de los vidrios del techo
que no resistían los arcabuces del día del Alardo, amén de la posterior
instalación de los equipos de megafonía y de la calefacción y del aire
acondicionado no incluidos en el multimillonario proyecto de Calatrava. Aun hoy
abundan las goteras y los desconchados.
- Puente de Calatrava entre el barrio del Viaducto y la zona
Norte. Aunque no se llegó a ejecutar esta faraónica obra (hubiese costado más
del doble del que quince años después acaban de inaugurar), el arquitecto/amigo
del señor Sanus se llevó 100 millones de pesetas (600.000 euros) por una
maqueta que debe de estar acumulando polvo en los almacenes municipales.
Podríamos continuar con las obras del ínclito Don José, pero
vamos a pasar a nuestro siguiente alcalde, el señor Peralta. ¿Recuerdan sus
primeros años? Los amantes de los deportes y los espectáculos seguro que sí.
Por aquí pasaron las selecciones de fútbol en categorías inferiores, de hockey
sobre patines, equipos de la ACB, tres salidas o llegadas de la Vuelta Ciclista
a España, macroconciertos veraniegos que querían emular al de Benicasim… todo
para que el nombre de Alcoy saliese en los medios de comunicación y se
revalorizase. ¡Cuánto gasto inútil!
Pero si por algo se le recordará será por el parking de La
Rosaleda, una obra necesaria a todas luces pero deficientemente ejecutada. ¿Tanto
le costaba colocar cuatro palmos más de zona verde para que los chuchos de los
vecinos pudiesen continuar haciendo allí sus necesidades? A pesar de que
contaba en su día con informes oficiales que avalaban el proyecto, su
cabezonería nos costará un dineral.
Y llegamos al anterior Alcalde, Jordi Sedano. Según los
talibanes del grupo de sandías ecologistas que todos conocemos, el responsable
de los más crueles delitos urbanísticos y medioambientales que recuerda nuestra
ciudad. ¿Motivos? Los desconocemos porque todas las obras que suelen mencionar
estos individuos… realmente no se
hicieron.
En el hotel de la Font Roja perdimos una inversión de tres millones
de euros sin que se llegara a poner ni un ladrillo; del polígono de La Canal se
habló durante ocho años (incluso hay quien cree que el acuífero del Molinar ya
está contaminado y todo) pero ni siquiera se dibujó un plano; del Boulevard
apenas se realizaron un centenar de metros (y la verdad es que no quedó tan mal
como dicen algunos) y de Serelles… ¿qué decir de Serelles? Pues que quebró
(como muchísimas otras) la empresa promotora, la urbanización se quedó a medias
y ahora se podrá acabar con el dinero de la fianza depositada, que para eso
se ingresa en las arcas del Ayuntamiento
antes de empezar las obras. ¿Delito medioambiental? Si edificar a más de un kilómetro
de la zona de reserva de un parque natural, en unos terrenos pedregosos
salpicados de olivos secos se le puede llamar así… pues sí, delito
medioambiental.
De lo poco que hizo Don Jordi, lo más feo con diferencia
(aunque desconocemos si ilegal) fue autorizar las viviendas de La Estambrera.
No por el sitio, porque ya hay que tener mal gusto como para irse a vivir
debajo de un puente, allá ellos, sino por el tema de las alturas. Hay que ser
muy cerrado para no reconocer que el ático sobrepasa la altura del Puente de
San Jorge, ¿tan difícil era haber llegado a un acuerdo con la constructora para
que edificase una altura menos? ¿Qué pensará el señor Sedano cada vez que pasa
a pie por este puente tan emblemático? No sabemos si al final mandarán derruir
una planta, aunque, en este caso, creo que los alcoyanos nos libraremos de
pagarlo.
Quien no nos costará ni un euro será el actual alcalde, Toni
Francés. Suele decirse que quien no hace nada, no se equivoca. ¿Y qué ha hecho
(y por lo que se ve, hará) el señor Francés? Pues eso: nada. Ni siquiera su
deseado referéndum del calendario festero.
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