Al aparecer en varias ocasiones en esta página, alguien podrá pensar que le tenemos cierta ”manía” a Don Amando Vilaplana. Pues no. Aunque no sea santo de nuestra devoción (como la gran mayoría de políticos), no nos provoca ningún rechazo. Es más, admiramos su capacidad para perpetuarse en puestos públicos, remunerados gracias a la aportación de todos los contribuyentes.
Han aparecido unas declaraciones del señor Vilaplana (ejerciendo en su labor de vocero del Ministerio de Fomento) en distintos medios de comunicación en las que informa de la marcha de los trabajos del tramo de Autovía Central que discurre por la vecina ciudad de Cocentaina. Don Amando se deshace en alabanzas al hablarnos de las características de la obra. Les adelanto que no hay ninguna novedad con respecto a lo que ya nos dijeron cuando se proyectó, se adjudicó o se empezó la obra, simplemente es que al Diputado le gusta recordarlo:
"En estos momentos están acabando los viaductos. De hecho está siendo fundido el último". Este tramo tiene un total de 10 viaductos, alguno de los cuales supera los 200 metros de longitud, y de una envergadura de bastante consideración; concretamente hay uno, el de la zona de acceso a Benimarfull, con una pilastra de 48 metros, 6 más que el puente de San Jorge de Alcoy, que tiene 42 (mira por donde, ahí si que se podría construir el edificio de la Estambrera sin que molestase al “patrimonio paisajístico” de la ciudad).
"La verdad es que es una obra que está pasando un tanto desapercibida, debido a que va por zonas escasamente pobladas, sólo por casitas, pero con una magnitud impresionante. Para la construcción de estos diez viaductos ha sido necesario emplear hasta 165.000 metros cúbicos de hormigón, así como 15 millones de kilos de acero y se van a utilizar un total de 200.000 toneladas de asfalto, lo que supone exactamente el doble del que se empleó para la variante de Alcoy”.
¿Por qué sale Don Amando a decirnos todo esto? Por dos motivos que se resumen en una frase: “Hay que recordar que son 100 millones de euros de presupuesto y que estará terminada durante el verano, entre los meses de julio y agosto, cumpliéndose los plazos inicialmente previstos.”
Pues no, señor Vilaplana. Nos está pintando un tramo de autovía de 11 kilómetros como si fuera la mayor construcción efectuada en la historia de la humanidad, simplemente para intentar ocultar la verdad.
El Ministerio de Fomento (a través del SEITT) adjudicó en octubre de 2006 el tramo Cocentaina-Muro perteneciente a la Autovía del Mediterráneo A-7 en la Comunidad Valenciana a la UTE de empresas Corsan-Corviam, S.A. y Vías y Construcciones, S.A. con un presupuesto de adjudicación de 76.929.503,27 euros y un plazo de ejecución de 24 meses (o sea, para poder circular por ella a finales de 2008).
Posteriormente, el 21 de junio de 2008, el propio Amando Vilaplana informaba a los medios de comunicación de que las obras avanzaban a buen ritmo, a pesar de las abundantes lluvias (¿les suena esta excusa?) y de la huelga que los transportistas españoles llevaron a cabo en esas fechas (no dejan pasar ninguna oportunidad para justificar los retrasos), y que la finalización de la obra cumpliría los plazos previstos y se abriría al tráfico en octubre de 2009 (¿?)
Ahora, nos sale con que las obras cumplen nuevamente los plazos previstos y que acabarán en agosto de 2010. ¿Nos lo creemos o volverá a llover abundantemente?
Siendo preocupante esta falta de seriedad a la hora de facilitar fechas de ejecución, lo más grave, como de costumbre, tiene que ver con el dinero que nos cuesta a los contribuyentes esta infraestructura. Estaba adjudicada por casi 77 millones de euros y acabará costándonos, no los cien millones que dice Don Amando, sino 104.034.365,27 euros, según la web del Ministerio de Fomento. Según el diputado autonómico del PSOE, este sobrecoste viene dado por los nuevos diseños en los accesos y vías de servicio y por problemas generados con la consolidación de tierras.
¿27 millones de euros de imprevistos? ¿4.500 millones de pesetas para pequeñas variaciones?
Si hay sobrecostes, la empresa adjudicataria corre con los gastos ya que un presupuesto presentado a un concurso, va a misa. Salvo, claro está, que el proyecto esté mal redactado y la obra sea irrealizable o que al político de turno le dé por cambiar las calidades o incluir nuevas partidas en la obra. En estos dos casos, el Ministerio paga (a través de modificados y complementarios) las diferencias. ¿Es esto lo que ha ocurrido?
Los contribuyentes (o por lo menos yo) estamos hartos de que malgasten nuestro dinero y que, encima, se nos burlen, disfrazando un ¡35%! de desfase presupuestario con metros cúbicos de hormigón o kilos de acero. Por muy importante que sea la autovía para nuestras comarcas, 4.500 millones de pesetas dan para mucho más que para hacer unos simples “arreglillos”.
¿Presentó Corsan-Corviam una oferta excesivamente baja a sabiendas que luego le aumentarían el presupuesto un 35%? ¿Alguien se ha beneficiado con esta obra?
Puede llamarnos ácratas, bobos o lo que usted quiera, Don Amando, pero las hemerotecas y las cifras no faltan a la verdad; algunos políticos, si.
Felicidades por el artículo. Además de ser muy didáctico sobre las costumbres políticas realiza un acertado retrato sobre el señor Vilaplana y su capacidad para perpetuarse en mil y un cargos con el beneplácito de sus correligionarios...
ResponderEliminarMe gustaría que completarais la información sobre este proyecto, pues tengo entendido que Fomento ha paralizado las obras sine die.
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