martes, 20 de diciembre de 2011

El Ayuntamiento transforma la VI San Silvestre Alcoyana en un cachondeo carnavalero



Recortar; recortar; recortar... gastar menos; gastar menos; gastar menos... Sedano tiene la culpa; Sedano tiene la culpa; Sedano tiene la culpa...   el tortuoso martilleo que resuena en el cerebro de nuestros particulares “presuntos triplicados” no cesa en ningún momento. Tienen que repetirlo hasta la saciedad, ya sea en los plenos del Consistorio, en las entrevistas en los medios de comunicación o cuando cualquier ciudadano les aborda en medio de la calle. Les va su futuro político en ello.


No cabe la menor duda de que Antonio Francés, Rafa Carbonell y Paco Agulló se han encontrado, casi sin esperarlo, ante una de las situaciones más difíciles que se pueda esperar cualquier político. Tras once años en la oposición han cogido los mandos de la nave en el peor momento, con un Ayuntamiento en números rojos (no confundir con “quebrado”) y sin la más remota posibilidad de recibir ayudas del gobierno autonómico o central, ambos en peor situación económica y, encima, de diferente signo político.

No pueden llevar a cabo novedosas políticas sociales o educativas; no pueden iniciar (ni finalizar) ninguna obra pública por la que puedan ser recordados; no pueden adentrarse en el desarrollo de la política lingüística; no pueden organizar actos culturales “de relumbrón”; ni siquiera pueden crear nuevos organismos públicos innecesarios en los que “enchufar” a sus compañeros de partido. ¿Qué hacer? Tras unos primeros pasos titubeantes, han encontrado la solución: que se les recuerde como los mandatarios más austeros de la historia del mundo mundial en contraposición con el “derroche” llevado a cabo por el anterior equipo municipal comandado por el denostado Jordi Sedano.


Desde hace un par de meses, todos los días, exceptuando los domingos y fiestas de guardar, nos levantamos con alarmantes noticias radiofónicas que nos recuerdan que en Alcoy estamos en plena “economía de guerra”. Un día nos dicen que se va a eliminar el ecoparque móvil y a quitar los turnos vespertinos de limpieza viaria, pero que, eso si, Alcoy estará igual de limpio, sino más, que antes (o sea, el milagro de los peces y los panes en versión alcoyana); otro nos informan de un reajuste en las líneas de autobuses (con lo que criticaron el realizado por el PP) que implicaría una eliminación o fusión de los recorridos actuales y un cambio en las frecuencias encaminado a reducir el coste anual del servicio de autobuses, con la salvedad de que el servicio no empeorará y los ciudadanos apenas lo notarán (más milagros con peces y panes de por medio); al día siguiente nos dicen que no repondrán los cables eléctricos de dos de los túneles de la vía verde porque, total, son rectos y así impulsan el ahorro energético en una zona de montaña (les prometo que esto, aunque no lo parezca, es verídico);  a la mañana posterior nos chafan las navidades diciéndonos que la iluminación especial se quedará en la mitad (realmente creo que no llega ni a la cuarta parte) y al siguiente día hasta se atreven a acojonar a las palomas de la Glorieta diciendo que hay muchas y que van a recortar su población un 30%. Ni siquiera el símbolo de la paz se salva de la tijera del tripartito.


Donde se les fue la mano es con lo de la Cabalgata de los Reyes Magos. Se embalaron con los recortes y justificaron el que en esta edición acabe a la altura del puente de San Roque con el ahorro económico que ello supondría. Es lo que tiene el repetir siempre el mismo discurso: que al final uno se confunde.
La Cabalgata es (perdón, era) demasiado larga y terminaba a unas horas poco apropiadas, sobre todo para los niños y para Sus Majestades que al día siguiente tienen que madrugar. Además, resulta innegable que durante su paso por La Alameda estaban poco arropados por un público que, en su mayoría, prefiere ver el desfile en el centro de Alcoy. Incluso me atrevería a decir que se han quedado cortos y que la Cabalgata debería finalizar antes del puente de Cristina. Pero de ahí a la excusa del ahorro de unos cientos de euros… Se han querido echar flores y les ha salido el tiro por la culata.


Pero lo que ya roza el esperpento es la “función” que nos tienen preparada para el último día del año. Como bien saben, el Ayuntamiento de Alcoy llevaba cinco años organizando la clásica carrera San Silvestre Alcoyana con un notable éxito. Año tras año crecían las inscripciones, con un fenomenal ambiente festivo y con participantes venidos desde muchos puntos de la Comunidad y provincias limítrofes. Había carreras infantiles, castillos hinchables para los niños, puestos de venta de artículos deportivos, salas de masajes para los participantes, bolsas con regalos para todos los participantes (en su mayor parte donados por empresas locales), premios para los primeros clasificados, camisetas, sorteos, música… en resumen, una auténtica celebración en la que coexistían el espíritu competitivo con el festivo representado en los corredores que participaban luciendo vistosos disfraces.  

¿Y quien pagaba todo esto? El Ayuntamiento realizaba su aportación (unos 7.000 euros o, lo que es lo mismo, el sueldo de un mes de tres “asesores” actuales), los participantes pagaban su inscripción de 8 ó 10 euros (no les debía suponer ningún problema ya que cada año había más inscritos) y empresas locales ayudaban con algunos gastos a cambio de publicidad. El ratio euros-participantes debía de ser uno de los más bajos que se pueden encontrar de entre los actos lúdicos organizados por el Ayuntamiento alcoyano.


Pues bien; Francés y los suyos han decidido acabar con la prueba. Este año, aparte de cambiar la ubicación de la salida al paseo de Cervantes, los corredores no pagarán inscripción. A cambio, se suprime… todo: las bolsas de regalo a los participantes, las camisetas, la fiesta en la meta, los masajes, los chips que controlaban los tiempos, los jueces que lo hacían con los recorridos (o sea, se podrán hacer todas las trampas que se deseen) y hasta los trofeos que se daban a los primeros clasificados en todas las categorías, incluida la de niños. Eso si, se le dará un trofeo a aquel que lleve ¡¡¡el mejor disfraz!!! 

Han transformado una carrera popular en una patochada carnavalera. Una prueba a la que llegaban atletas foráneos (siempre dejan ingresos) a competir, corredores aficionados locales a demostrar sus progresos tras sus duros entrenamientos por la Vía Verde y participantes en general (muchos de ellos disfrazados) a pasarlo bien, va a convertirse en una vulgar carrera de sacos, una recopilación de los mejores momentos del desfile del día del orgullo gay o en el entierro de la sardina, elijan lo que más les guste.

Los disfraces se lucen en la fiesta de fin de año, ese mismo día, en la Plaza de España o en los posteriores carnavales del mes de febrero. Ahí es cuando tienen que premiar al mejor disfraz y no en una carrera que, por muy popular que sea, no deja de ser deporte. Premien a quien gane o a quien más se esfuerce durante la San Silvestre, pero no a quien se haya maquillado mejor. 

Imaginen la vergüenza que les provoca a los organizadores del Centro de Deportes (la mayoría verdaderos profesionales que saben lo que se llevan entre manos) la celebración de la que hubiese sido la VI San Silvestre Alcoyana que han esperado hasta el día 20 de diciembre a publicitarla en su web.


¿Por qué se la han cargado? ¿Por qué no les gusta el deporte? ¿Por qué está dedicada a un santo? No. La explicación la dábamos al inicio del post: tienen que recortar. Bueno… más bien tienen que decir que recortan. ¿De qué sirve ahorrar en asesores, abogados, servicios externos o subvenciones a organizaciones “amigas”? por poner solo unos ejemplos de verdaderos gastos suntuarios. Piénsenlo: los medios de comunicación apenas harían mención de ello en sus informativos; la población no le daría importancia a este ahorro al no conocer en profundidad este tipo de dispendios y lo único que podrían conseguir es enfadar a los implicados creándose enemigos “dentro de casa”. El tripartito lo sabe y también sabe que lo mejor es decir que se ahorra (aunque sean apenas unos centenares de euros) en cosas que la gente ve y comenta todos los días: iluminación navideña, recorrido de la Cabalgata, San Silvestre Alcoyana… actos cuya supresión haga mucho ruido, aunque después caigan muy pocas nueces.
No es economía; es política.