martes, 22 de octubre de 2013

Yo también apoyo la “entraeta dels mirons” en Alcoy



Se dice que el deporte local por antonomasia no es el fútbol, ni el baloncesto, ni siquiera la petanca; el deporte que más nos gusta a los alcoyanos es la queja.  Que si el autobús urbano ya no para delante de mi casa; que si no funciona una bombilla en mi calle; que si el jardincito del barrio tiene malas hierbas; que si el bar de la esquina pone la música demasiado fuerte…  en fin, quejas, quejas y más quejas que en la mayoría de las ocasiones no suelen conducir a nada.
Un círculo vicioso que siempre da vueltas y vueltas como una peonza que se va hundiendo en la tierra y no avanza.  ¿Cómo salir de ahí? Con un buen empujón a esa peonza dado  a base de ideas, originalidad, optimismo y ganas de trabajar.

Suelo escuchar los lunes el programa de Radio Alcoy “suya es la radio”. Los quince minutos que dura es todo un compendio de lo que les he explicado antes. Todo el mundo está ofendido por algo. Pero ayer me sorprendió  gratamente la llamada de un señor que, lejos de estar enfadado por algo, ha lanzado un torrente de ideas sobre la participación ciudadana en nuestras queridas Fiestas de Moros y Cristianos.


Todos sabemos que uno de los principales ”peros” que suelen ponerles a nuestras fiestas patronales es la escasa participación en ellas de los ciudadanos de a pie. Ya saben: quien no pertenece a una Filá, se pierde la buena parte de la fiesta, desde los actos oficiales al ambiente que se vive dentro de las filaes pasando por la participación en “les entraetes”.  Los denominados “mirons” parece que solo tienen derecho a aplaudir al cabo de la escuadra, a alquilar una incómoda silla de madera y a tomarse una “mentireta” en el Blau.

Sobre esto trataba la intervención del oyente. La idea (creo que brillante) de este buen hombre era que un día, solo un día al año, pudiesen participar todos los “mirons” que quisieran en una entraeta especial.  Las cuatro bandas de música locales desfilarían por las calles de San Nicolás y  San Lorenzo y aquellos vecinos, (hombres, mujeres, niños y niñas) que se hubiesen apuntado y pagado un precio simbólico (hablaba de 5 euros) podrían disfrutar de una noche especial.  Por supuesto, se debería contar con la colaboración del Ayuntamiento y con la Asociación de San Jorge para que todo funcionase correctamente.

¿Cuántos alcoyanos no habrán disfrutado en su vida de una ”entraeta”? ¿Cuántos no habrán escuchado a sus espaldas un potente timbal mientras  desfilaban por delante del Círculo Industrial? ¿Cuántos no se habrán emocionado nunca al levantar el arma y escuchar los aplausos del público? Pues para todos ellos iría dirigida esta iniciativa.


Pero yo iría más lejos que este anónimo radioyente. ¿Por qué pagar para formar si el acto puede estar patrocinado? Serían numerosas las empresas que aportarían su dinero por publicitarse en un acto tan popular, marcas de bebidas espirituosas, restaurantes,  centros comerciales…

Además, ¿por qué hacerlo un solo día? Se podrían aprovechar los sábados y domingos del periodo de filaetes,  en  horario vespertino, pongamos de 7 a 10 de la tarde, para celebrar este acto. ¿Imaginan el ambiente que habría en el centro? Bares, restaurantes e incluso tiendas se podrían aprovechar de ello. Las filaes de cargo podrían prestar las armas para que todo fuese más “auténtico” (excepto los contrabandistas por razones obvias); el Ayuntamiento podría organizar actos culturales paralelos, acudirían cientos de personas de los pueblos de los alrededores…  una fiesta popular que desembocaría, a partir de las 10 de la noche, en las habituales filaetes que todos conocemos, pero con las calles a reventar.

Se podría hacer de mil formas distintas y suponemos que la organización de esta entraeta  no sería un gran quebradero de cabeza para nuestro Ayuntamiento, que dispone de una Concejalía dedicada a las fiestas, ni para nuestra querida Asociación de San Jorge que tanto mira por el pueblo alcoyano. Sólo haría falta un poquito de buena voluntad para que muchos alcoyanos que ni en sueños podrían pagar la “fulla” de una Filá, tuvieran la oportunidad de disfrutar de esta fiesta tan alcoyana.

¿Apoyan ustedes la iniciativa?

miércoles, 2 de octubre de 2013

Alcoy se queda sin tecnología 4G… por ser demasiado pequeño



Telefónica ha comenzado la implantación del servicio de banda ancha móvil que permite la tecnología 4G en algunas zonas de Valencia capital. Su objetivo a medio plazo es complementar su servicio de banda ancha de fibra óptica que ya está en desarrollo en las tres capitales de la Comunidad Valenciana con este nuevo servicio y sus planes son que se extienda, aparte de a las tres capitales, a otros siete municipios, los de mayor población, de aquí a 2015. La operadora cifra la inversión para extender la fibra óptica y el 4G en 200 millones y estima que con esta nueva actividad se generarán 2.000 empleos.

¿Y cuáles son los diez municipios escogidos? Aparte de Valencia, Alicante y Castellón, contarán con este servicio innovador Elche, Benidorm, Torrevieja, Orihuela, Gandía, Sagunto y Torrente. ¿Y Alcoy? Pues tendremos que esperar; somos pequeñitos, muy, muy pequeñitos para que alguien invierta una millonada en traer la modernidad a nuestra olla.

Alcoy llegó a ser la quinta ciudad más poblada de la Comunidad Valenciana (muy cerca de la cuarta, Castellón) durante muchas décadas. Sin embargo, ahora, al menos diez ciudades nos superan, cinco de ellas en nuestra propia provincia. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

 
A las personas nos encanta la naturaleza, los bellos paisajes, el aire limpio y la calma. Sin embargo, muy pocos habitan en la selva del Amazonas, en lo alto del Himalaya, en las playas de Angola o cerca del pico del Teide, zonas que cumplen a la perfección con las anteriores premisas. ¿Por qué? Pues porque el trabajo escasea y la gente necesita comer. En Alcoy sucede algo similar.

Décadas de mediocres políticos nos han llevado a tal punto de indefinición que nadie en la actualidad sabe hacia dónde se encamina la economía de nuestra ciudad. Fuimos y queremos seguir siendo industriales, pero nos da miedo construir polígonos y proyectamos diminutos parques tecnológicos solo aptos para pequeñas empresas de juguete; nos gustaría ser la capital comercial de la comarca, pero odiamos los parkings, los centros comerciales y hasta el McDonald’s; queremos crecer con el turismo pero sin construir hoteles ni campos de golf y cerrando el acceso a nuestros parques naturales cuando aumenta la afluencia de visitantes; no nos gusta ver que los alcoyanos se van a vivir a poblaciones vecinas pero ponemos el grito en el cielo cuando aquí se construyen las urbanizaciones que demandan para poderse quedar. Resumiendo: no tenemos ni idea de qué queremos hacer ni qué camino tomar para mejorar económicamente. Y así no sólo es imposible crecer sino que cada vez nos hacemos más pequeños.


Y lo peor de todo es que estoy seguro de que la mayoría de los alcoyanos saben perfectamente lo que quieren, tener un buen trabajo y no acaban de comprender las razones por las que otras poblaciones ponen muchas menos trabas al crecimiento (consiguiendo empresas y habitantes) y aquí cualquier proyecto es un atentado contra el medio ambiente.     

En Alcoy, un pequeño grupúsculo de sandías ha logrado imponer su voluntad al resto de la población, con el apoyo de los medios de comunicación locales que los engrandecen y aprovechándose de la cobardía de nuestros políticos, sean de un bando o del otro, que les temen. Son personajes que se dedican a la docencia, a la sanidad o que pertenecen al nutrido colectivo de funcionarios, con mucho tiempo libre para “opinar” en Internet, acudir a manifestaciones y pleitear en los juzgados contra nuestro Ayuntamiento o la Generalitat, a los que les importa muy poco que las empresas ni siquiera se planteen venir a nuestra ciudad. Total, el sueldo lo tienen asegurado: se lo pagamos entre todos.
 
Seguro que algunos opinarán que, ¡total, ¿para qué queremos el 4G?! Efectivamente, podremos vivir sin este servicio, al igual que podíamos vivir sin autovía o sin una línea de tren decente. Pero si no espabilamos, decidimos (sin hacer caso a los agoreros) qué futuro queremos y nos ponemos manos a la obra ¡ya!, continuaremos haciéndonos pequeñitos. Y eso, en la mayoría de las ocasiones, no es ninguna ventaja.